Espacio destinado a su cultivo:

Autóctonas de América, las cactáceas se desarrollan mejor en hábitats cálidos y, en interiores, prefieren los lugares luminosos y cálidos como el alféizar soleado de una ventana. Una vez colocadas en el emplazamiento ideal, es necesario girar las cactáceas a intervalos regulares para controlar su tropismo. En nuestras latitudes, durante las épocas templadas, es decir, cuando la temperatura nocturna no desciende por debajo de los 10 ºC, los cactus también pueden desarrollarse al aire libre expuestos directamente a la radiación solar. Un lugar resguardado, protegido de la lluvia, constituye una ventaja.

Colocación de las plantas:

Un suelo mineral bien drenado es adecuado para los cactus. El sustrato debe ser ligeramente ácido. Un mantillo para cactáceas constituye el sustrato mejor adaptado a las necesidades de estas plantas del desierto, ya que favorece un crecimiento saludable.

Las cactáceas solo se deben trasplantar cada dos a cinco años, ya que, por regla general, crecen muy lentamente. Para extraer más fácilmente una planta de su maceta, basta con dejar de regarla durante una semana.

Riego:

Generalmente, se aconseja regar cada 4 o 6 semanas, al secarse por completo el sustrato. Si la tierra permanece una y otra vez húmeda, las plantas tienen la posibilidad de llegar a pudrirse y marchitarse.

Fertilización:

Por consiguiente, de marzo a octubre, es recomendable utilizar un abono para cactáceas con un elevado contenido de potasio en el agua de riego cada 2 o 3 semanas.

Medidas que adoptar en invierno:

Además, una temperatura ambiente poco alta es conveniente para que los cactus pasen el invierno en espacios interiores.